Cabrera

Cabrera, Balearic Islands, España

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La isla de Cabrera y los islotes mayores fueron visitados por las principales civilizaciones mediterráneas: fenicios, cartagineses, bizantinos y romanos. Su nombre debe su origen a las cabras montesas que habitaban la isla.



Cuenta la leyenda que el general cartaginés Aníbal Barca nació en uno de los islotes que la circundan: Sa Coniera.[1]



Durante los siglos XIII y XIV la isla de Cabrera y su puerto natural era utilizado por piratas berberiscos como base desde donde atacar las costas mallorquinas. Por este motivo, ya en el siglo XIV, se construyó un castillo en la entrada del puerto. Este castillo evitaba que se usase el puerto como base pirata y permitía una mayor vigilancia de las aguas cercanas a Mallorca.

El cautiverio de Cabrera [editar]

Puerto de Cabrera



Según los periodistas franceses Pellisier y Phelipieau (Les grognards de Cabrera (1809-1814) esta isla fue lugar de cautiverio inhumano para los soldados franceses derrotados en Bailén. En 1808 estalla la Guerra de la Independencia Española. Tras la victoria española de Bailén, los soldados franceses hechos prisioneros (unos 18.000 hombres) tuvieron diversa suerte. Los oficiales y militares de más alta graduación fueron llevados a Francia —como Dupont ó Ligier-Belier—, donde automáticamente fueron cesados y víctimas del enfado de Napoleón, pues éste consideraba la rendición como una cobardía. Un grupo de unos 4.000 prisioneros fueron llevados a las Islas Canarias, donde terminaron rehaciendo su vida e integrándose, corriendo sin saberlo, mucha mejor suerte que el resto de sus compatriotas. La gran mayoría (unos 9.000 hombres) fueron llevados a la isla de Cabrera.



Según las Capitulaciones de Andújar (22 de julio de 1808),[2] los prisioneros franceses iban a ser llevados a Francia desde Cádiz en barcos ingleses. Esto no se cumplirá, entre otros por el Gobernador militar de Cádiz, que decide enviarlos a las islas. Mientras tanto, los prisioneros permanecieron cautivos hacinados en pontones en Sanlúcar.



Su viaje comenzó el 9 de abril de 1809, partiendo de la bahía de Cádiz, y con la esperanza de volver a su patria. El viaje resulta penoso por el hacinamiento prolongado y las tempestades; la disentería se extiende a bordo. Finalmente, el posible intercambio con presos españoles en Francia no se cumple, y los prisioneros son «liberados» en la Isla de Cabrera.



Este cautiverio fue el primer campo de concentración de la historia.[3] No existía en la isla ningún edificio utilizado como cárcel, sino más bien, la prision era la propia isla. El suministro de víveres llegaba desde Mallorca cada cuatro días, repartiendo la mínima comida para sobrevivir hasta el siguiente abastecimiento. El problema se dio cuando, debido a las tempestades en el canal que une la isla Mallorquina y la de Cabrera, el envío se retrasó, haciendo un total de ocho los días sin enviar nada a la isla, dando lugar a un fallido intento de hacerse con el barco por parte de los franceses, que enfadó muchísimo a los suministradores, por lo que no quisieron volver [cita requerida]. Mientras se encontraba otro grupo de personas y otro barco que aceptara el trabajo de reponer la comida en Cabrera, pasaron hasta dos meses. En este tiempo se dieron situaciones de auténtica penuria, muchas muertes por inanición. La gente no tenia alimentos, no existía ninguna fauna de donde poder alimentarse y en muchas ocasiones para darle algo de sabor a los caldos que hacían metían sus propias ropas, también ingerían plantas que en muchas ocasiones resultaban venenosas, acarreando distintas enfermedades.



Se practicó el canibalismo y la coprofagia[4] entre ellos por parte de un grupo que se separó de la mayoría viviendo en las cuevas (llamados tártaros), aunque la gran mayoría niega esta opinión y justifica que aunque se pudiera llegar a pensar en estas extremas situaciones de debilidad y sufrimiento se rechazaba ese hecho por el asco que le producía la idea de poder comerse a uno de los suyos [cita requerida]. Lo que sí dicen que es cierto es que ingerían sus propias heces cuando las hacían o cuando llegaba un oficial a la isla con nauseas del viaje, cuando este vomitaba muchos presos ya en situaciones moribundas lo ingerían.[cita requerida]



El cautiverio terminó 1814 al firmarse la paz. De cada cuatro presos que llegaron a Cabrera murieron tres, sólo sobrevivieron unas 3600 personas de las que llegaron, más otros presos enviados de las guerras napoleónicas que también perecieron. En recuerdo a los que perecieron en esas circunstancias de sufrimiento, enterrados en el cementerio francés, se levantó un monolito en la isla.

Final de siglo XIX y siglo XX [editar]



A finales del siglo XIX, la isla de Cabrera pasa a ser propiedad privada. Los dueños, la familia Feliu (Feliu de Cabrera) intentan el cultivo de vid en la isla. Para ello construyeron una bodega, que se utiliza actualmente como museo.



En 1916 el archipiélago es expropiado por intereses de defensa, sin embargo, la familia ex-propietaria, mantuvo un largo y costoso pleito contra el Estado, en el que invirtieron parte de su fortuna; y que años después, el magistrado supremo se pronunció a favor de la administración central; la familia Feliu tuvo que utilizar parte del dinero de la expropiación para sufragar los gastos. Después se establece en la isla de Cabrera una pequeña guarnición. La isla se utilizaría hasta su conversión en Parque Nacional como área de práctica de tiro. Esta presencia militar protegió el entorno natural al evitar que el archipiélago fuese objeto de especulación inmobiliaria.



Geografía [editar]

Castell de Cabrera



La isla de La Cabrera es la más importante de todo el archipiélago, compuesto de otras 19 islas menores e islotes que la rodean. Tiene un litoral extremadamente recortado, con un perímetro de 39 kilómetros y unos acantilados de gran belleza y otros accidentes costeros como: cabos, calas, playas de arena y de cantos rodados y cuevas litorales de gran belleza como sa Cova Blava. Los acantilados más notables están en na Picamosques al SW con 172 m, en el cabo Ventós (120 m) al NE y en la Punta Anciola (99 m) en el extremo sur.[5]



Los materiales que forman estas islas son las calizas terciarias, margas y dolomías, similares a las de Mallorca. No en vano, el archipiélago es la prolongación de la Sierra de Levante mallorquina, a la que se encontraba unida hace unos 12.000 años. La estratificación de los materiales y el efecto de los plegamientos y encabalgamientos de diversa orientación son visibles y espectaculares desde el mar. La naturaleza calcárea de los terrenos de Cabrera ha dado lugar a fenómenos cársticos como simas y cuevas, con lagos subterráneos de relativa extensión.



En su parte más larga, Cabrera tiene una longitud de unos 7 km. y unos 5 km. en la más ancha. Su cota máxima es la cumbre de Cabrera con 179 metros de altitud.

Clima [editar]



El clima local es mediterráneo semiárido, con temperaturas medias anuales de 18ºC, un poco superiores a las temperaturas de la costa mallorquina inmediata, y una pluviosidad reducida, de 350 mm de media.

Fauna y flora [editar]

Halcón de Eleonor



Véase Fauna y flora del Parque Nacional de Cabrera para más información.



Destacan las aves marinas, como la pardela balear (Puffinus mauretanicus), la gaviota de Audouin (Larus audouinii), la pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y el cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis); y las rapaces, como el águila pescadora (Pandion haliaetus), el halcón marino (o halcón de Eleonor, Falco eleonorae) y el halcón peregrino (Falco peregrinus), que son uno de los valores naturales más importantes del parque, al que hay que añadir el paso de más de 130 especies de aves migratorias.



La vegetación más característica de Cabrera es el monte bajo de acebuches (Olea europea silvestris) y sabinas (Juniperus phoenicea), aunque se encuentran algunas zonas extensas de pinar. Destaca el Llampúdol bord (Rhamnus ludovici-salvatoris), un arbusto endémico de las islas Baleares que sólo se encuentra en las islas de Mallorca, Menorca y Cabrera.

Medidas de protección [editar]



Para ir a Cabrera con embarcación propia es necesario solicitar un permiso de navegación a la dirección del Parque Nacional. Todos los recursos naturales están protegidos y por tanto no se permite la pesca deportiva, ni la caza, como tampoco se permite recolectar productos naturales, ni extraer ningún mineral.
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